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© Manolo berjon, 2015

NOVATADAS

POR SUS BRUTOS LOS CONOCERÁN

Publicado: 2016-02-05


Un aspirante a uno de los “cuerpos” de seguridad ha sufrido una patética novatada que le ha introducido el miedo en el cuerpo. A raíz del incidente ha decidido no ingresar, a pesar de haber desembolsado las cantidades necesarias para comenzar el periodo de formación. Sus padres no comprenden la taxativa negativa del muchacho. Pero el muchacho lo tiene muy claro: no es no. El desasosiego y los temblores le aconsejan apartarse, de por vida, de esta infame novatada y el cuerpo que lo representa.

Pudiera ser una anécdota común sin mayores repercusiones. A nuestro parecer es un reflejo de movimientos de largo recorrido. En el trasfondo aparece una institución piramidal que privilegia el grupo sobre la individualidad y la obediencia y el silencio sobre el desarrollo personal. Todo ello aderezado con un machismo trasnochado que tilda de chivato a quien exige sus derechos y denuncia las violaciones de derechos humanos.

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Te entregamos tu cuerpo con un exceso. A partir de ahora nuestra sola presencia desencadenará tu miedo. No te atreverás a mirarnos, nos respetarás y huirás como una presa herida. Te esconderás, te ocultarás y sentirás vergüenza de tu debilidad. Tu fragilidad te recordará que tu carne padeció lo impensable. Tu cerebro debilitado disparará la adrenalina que te espanta. No importa lo que te digan tus familiares, no harás caso. Siempre quedará marcado en tu cuerpo y en tu cerebro la huella del miedo. Hemos triunfado sobre ti. Para que te quede meridianamente claro: despreciamos tu cuerpo y tu cerebro, te despreciamos. No valen escrúpulos ni tibiezas. Tendrías que enfrentarte a otros cuerpos “desechables” (delincuentes y presuntos delincuentes), y sabemos que no podrías hacerlo. Mejor abandona cuanto antes. Ríndete, huye. No formas parte de los elegidos. Que tu miedo te atrape y te quite el sueño.

“No, señoritas, en mi institución no ocurre eso”, sentenció. No hay nada más que hablar. Se instala el desprecio absoluto a la individualidad, a los cuerpos ajenos. Cómo se atreven a sugerir que en “mi institución” suceden tales cosas. Qué bajeza. Me hacen perder el tiempo con simplezas. Tengo cosas más importantes a qué dedicarme.

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Respeto es un verbo que no conocen, no suele aparecer en su vocabulario, menos cuando se trata de unirlo al complemento “derechos humanos”. Demasiada audacia, algo que no está permitido en instituciones piramidales, excepto la élite de la misma. El resto conjuga el verbo obedecer: yo impongo (siempre de un superior a un “inferior”), tú obedeces, él obedece; nosotros (a veces) obedecemos, ustedes obedecen y ellos obedecen.

Amparar delitos, dejar de actuar, da carta blanca a los delincuentes que se instalan en el poder para continuar sus fechorías. Cómo vamos a confiar en una institución que no respeta ni los cuerpos de sus aspirantes. Cómo vamos a confiar en quienes nos deben proteger, si no son capaces de respetar los cuerpos más débiles de su propia institución: aquellos que desean ingresar.

Las instituciones piramidales, amparadas bajo la obediencia ciega, no solo miran para otro lado cuando se violan los derechos humanos, sino que estimulan y forman el caldo de cultivo propicio para tamañas groserías, para no utilizar el término que le corresponde: delitos. No reconocer la tortura ampara a los torturadores y da rienda suelta a los desalmados, que se amparan en el anonimato de la pirámide y la obediencia ciega, para cometer delitos y desatar sus bajezas.

Nos habían “informado” que han quedado atrás las sociedades disciplinarias para dar paso a las sociedades de control. Que habíamos pasado del encierro (familia, escuela, servicio militar, y en ocasiones, hospital y cárcel) a la vigilancia. Siendo importante el control de los signos (información), propio de las sociedades de control, continúa vigente la disciplina. Los cuerpos torturados y las mentes acongojadas por el miedo dan cuenta que la disciplina no ha sido relegada. Será por eso que en muchos colegios sus lemas incluyen palabras altisonantes como “tecnología, DISCIPLINA y estudio”.

Este tipo de situaciones siempre lo aprovechan los más brutos. Parodiando un famoso versículo de la Biblia, William Bourroughs sentenció: “por sus Brutos los conocerán”. Y, desgraciadamente, cuánta razón tenía.

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No nos parece ingenuo que sean permitidas, toleradas y hasta incentivadas con un silencio cómplice para demostrar la forma más brutal del poder. Si esto hacen con uno de los muchachos que se quiere incorporar al cuerpo, qué sucederá con un pequeño delincuente de cualquiera de nuestros barrios inseguros. Mejor no preguntar.

No parece que aprendamos nada. Las instituciones piramidales son un espacio de vulneración de derechos con repercusiones en forma de lesiones en el cuerpo y en el espíritu de los más indefensos. Quienes tuvieran que vigilar por el control de la ley, prefieren mirar para otro lado y permitir novatadas que atentan contra los derechos humanos. Con una lectura muy clara: muchachos, continúen cometiendo novatadas. Mientras estemos nosotros en el poder no les sucederá nada. Tienen carta libre para hacer lo que se les antoje. Este tipo de situaciones siempre lo aprovechan los más brutos. Parodiando un famoso versículo de la Biblia, William Bourroughs sentenció: “por sus Brutos los conocerán”. Y cuánta razón tenía.

Silencio, miedo, cobardía, poco varonil…, son adjetivos utilizados por el poder para acallar las críticas. Con estos ingredientes sólo es posible construir una ciudadanía temerosa. Y el miedo es la mejor coartada que utiliza el poder para imponerse. ¿Alguien, en su sano juicio, piensa que esto es sentido corporativo?

Pese a las críticas desatadas a las sociedades disciplinarias, aún continúan vigentes entre nosotros. La familia, el colegio, el servicio militar, y en ocasiones la cárcel y el hospital, (sin olvidar los hogares de menores), son parte de la estrategia para disciplinar los cuerpos. Cierto que al día de hoy también se dan sociedades de control, en muchas ocasiones de autocontrol. Ahí está todo el emprendurismo esperando su oportunidad.

Disciplinar los cuerpos no es aún una etapa superada. A caballo entre la disciplina y el (auto)control

“Tecnología, disciplina y estudio” es uno de esos lemas pintados en las paredes de varios colegios. Las variantes son infinitas, pero casi siempre aglutinan palabras como disciplina y orden. Nos llama la atención la disciplina. Para ello se utiliza, entre otros, el deporte, los horarios, y una forma de aprendizaje que excluye el corazón. Recordamos que pensar y sentir van íntimamente unidos en pueblos indígenas. La ciudad de Iquitos no deja de ser una ciudad con altísimos niveles de indígenas y donde el trasfondo cultural continúa pesando.

Disciplinar los cuerpos parecía una estrategia superada. Forma parte de una etapa histórica con instituciones como la familia, el colegio, el servicio militar, la fábrica, y en ocasiones la cárcel y las instituciones psiquiátricas, (sin olvidar los hogares de menores). La sociedad ha pasado de la disciplina al control.


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