RECONOCIMIENTO
15 AÑOS PARA SER CONSIDERADOS COMO COMUNIDAD NATIVA KUKAMA
Para Rusbel Casternoque, con admiración
A comienzos de milenio, Rusbel Casternoque cambió de comunidad. Se vino del río Marañón al Amazonas, más cerca de Iquitos. Por aquel entonces, ya era un activo dirigente de una organización indígena. A la llegada a la nueva comunidad, convenció a los comuneros de organizarse en una comunidad nativa y las ventajas que eso les iba a proporcionar. No se imaginaba los ríos de tinta que iba a levantar, ni los dolores de cabeza, propios y ajenos, que tendría que soportar.
Los primeros pasos fueron para reconocerse como comunidad nativa. Conversaciones entre comuneros, ventajas e inconvenientes. Hasta que maduró la situación y en una asamblea comunal se reconocieron como comunidad nativa kukama. Todo era alegría. Hasta que se toparon con los grises funcionarios. La llegada al Ministerio de Agricultura para los trámites respectivos, supusieron un duro golpe con la realidad. “Ustedes no son comunidad nativa porque hablan español”, “ustedes no pueden ser comunidad nativa porque los nativos viven lejos de la ciudad, en las quebradas”, “ustedes no pueden ser nativos porque…”. Los funcionarios se arrogaron el privilegio de decidir quiénes son indígenas, y quiénes no. La falta de escrúpulos, el desconocimiento de sus funciones, la pasividad de las autoridades… se aliaron en contra de ellos.
A partir de ahí todo un periplo por oficinas varias: Defensoría del Pueblo, Poder Judicial, Gobernación, ONGs, organización indígena. Han pasado 15 años. Todo hubiera sido más sencillo si los brutos funcionarios hubieran aplicado un poco de sentido común.
Por fin, el poder judicial ha ordenado que sean reconocidos como comunidad nativa. Cuando ha leído la sentencia, en presencia de la abogada, se le han caído unas lágrimas. Rusbel no llora por nada, es un hombre fuerte y con convicciones profundas. Una de esas personas de las que nos sentimos orgullosos de ser sus amigos. Sin embargo, recordaba la cantidad de cientos de horas dedicadas, los insultos que ha recibido, la indiferencia de las autoridades, el menosprecio… En varias ocasiones se quiso olvidar de todo. Su mujer y su hija le decían: “ahora más que nunca, tanto luchar no vamos a dejar a medias”. Hasta conseguirlo.
¿Alguien pasará la factura a los ineptos funcionarios que durante 15 años han hecho lo posible por evitar que Tarapacá sea reconocida como comunidad nativa? ¿Cuánto tiempo y dinero han hecho gastar al Perú y a sus ciudadanos estos ineptos funcionarios?
No queremos terminar sin agradecer al antropólogo Alberto Chirif que elaboró un excelente informe antropológico y asesoró en todo momento a la comunidad, a los abogados Rita Ruck (CDHVI) y Juan Carlos Ruiz Molleda (IDL) que han conseguido que los magistrados ordenen el reconocimiento como comunidad nativa. En segundo, a los Jueces de la Corte Superior de Justicia de Loreto. Y, como no, a los moradores de la Comunidad Nativa Kukama Tarapacá.